Nuestra vida diaria, hábitos alimenticios e información genética pueden ser causantes de la aparición de celulitis en diferentes zonas de nuestro cuerpo.
La celulitis es la acumulación de tejido adiposo causado por retención de líquidos en diferentes zonas del organismo humano. La predisposición genética es uno de los factores fundamentales en la aparición y desarrollo de este padecimiento, así que la historia familiar cuenta. Otro factor muy significativo, a tener en cuenta, es la relación existente entre las hormonas específicamente femeninas, el posible desequilibrio hormonal, las dificultades circulatorias, y el más importante de todos que es el estilo de vida sedentario y una alimentación inadecuada.
Predisposición genética
El mayor porcentaje de personas afectadas por
la celulitis pertenece al sexo femenino. Son las mujeres las que más presentan celulitis a lo largo de su vida. Muchos especialistas se inclinan a pensar sobre la relación entre el género (sexo) de la persona y la tendencia a heredar los factores genéticos.
La
concentración de estrógenos en el organismo de la mujer, en las diferentes etapas de su vida, puede ser propiciadora en la
aparición de la celulitis. Estas sustancias pueden provocar un mal funcionamiento de los vasos sanguíneos y por tanto producir una acumulación de líquidos y de toxinas.
El estreñimiento y las alteraciones hepáticas, pueden también provocar retención de líquidos, por lo cual son factores considerados
desencadenantes en la aparición de la celulitis.
Estilo de vida y hábitos alimenticios
Existen diferentes desencadenantes en nuestra vida cotidiana que potencian la
aparición de celulitis en nuestro cuerpo, entre ellos:
- Una vida sedentaria sin ejercicio físico quien junto al estrés, el tabaquismo y la ingesta desproporcionada de bebidas alcohólicas provocan la
aparición de celulitis (y además problemas de salud graves).
- Una alimentación basada en comida chatarra y en grasas saturadas, con poca ingesta de fibras, excesiva cantidad de sal, unida a una poca absorción de líquidos y de un horario irregular a la hora de ingerir las comidas.
- La utilización de prendas de vestir muy estrechas, ajustadas, de zapatos altos, tacones, que impidan o dificulten la circulación sanguínea.
- El estar sentado o de pie por espacio de tiempo prolongado, sin movimiento, hará que la circulación sanguínea sea más lenta y por tanto se retengan líquidos y toxinas.
Todos estos factores, expuestos anteriormente, pueden ser evitados si transformamos nuestra rutina diaria, realizando ejercicios físicos y manteniendo una alimentación sana y equilibrada.